Recuperan legado de la artista oaxaqueña Teodora Blanco
La exposición, curada por Rafael Coronel, reúne 83 obras de la escultora oaxaqueña y 31 pinturas de María Izquierdo
La mirada pictórica de María Izquierdo (1902-1955) es confrontada con el trabajo escultórico de Teodora Blanco (1928-1980), la artista oaxaqueña olvidada en México, pese a ser admirada por Frida Kahlo y por Nelson Rockefeller, aunque ahora es recuperada y definida como una de las grandes escultoras del siglo XX y emerge como figura totémica en la muestra Teodora Blanco/María Izquierdo. Percepciones de belleza, en el Palacio de Cultura Citibanamex-Palacio de Iturbide, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Curada por Juan Rafael Coronel Rivera, la muestra, que abre hoy, reúne 114 obras, de las cuales 83 son esculturas de Blanco y 31 pinturas de Izquierdo, con lo cual se pone al mismo nivel a dos creadoras individuales que sostienen lazos invisibles en sus temáticas y en su manera de comprender la tradición, por lo que en esta muestra no sólo se rescata el legado, sino que le otorga el lugar que merece en el canon del arte mexicano, con un trabajo que suprime las barreras del arte popular y que refleja la diversidad, la riqueza y su capacidad para trascender fronteras culturales y geográficas.
Durante la presentación, Cándida Fernández, directora de Fomento Cultural Banamex, explicó que la exposición “nos lleva por un recorrido en el que se exploran las formas y el tratamiento antropomórfico y zoomórfico integrados en el imaginario y en la iconografía de
ambas artistas”.
Detalló que las piezas de Blanco fueron realizadas en barro natural, elaboradas con técnicas como el modelado y diversas variantes del pastillaje, esgrafiados y algún engobe, y agregó: “A partir de esta muestra se busca presentar a Teodora Blanco y a María Izquierdo desde una plataforma que las equipara en igualdad de condiciones, permitiendo al público analizar sus propuestas estéticas desde una perspectiva que las muestra como artistas de gran relevancia”.
Por su parte, Juan Coronel, curador de la muestra, dijo que la primera vez que imaginó esta exposición ocurrió hace 30 años, cuando la conversó con Cándida Fernández y con Teresa Pomar, aunque comprendieron que ésta llevaría un riesgo estético al imaginar la igualdad entre ambas artistas.
Cuando hablamos de arte de los últimos tres siglos, por la forma como hemos sido educados, siempre pensamos en ese arte ponderado desde la academia y, sobre todo, visibilizado desde la teoría grecorromana”, apuntó.
Sin embargo, esa visión eurocéntrica no refleja el concepto de arte de siete mil millones de seres humanos en África, Oceanía y América. “Una de las cuestiones fundamentales para México es que en los años 20 del siglo XX se planteó la gran pregunta: ¿realmente nosotros pertenecemos sólo a la estructura académica emanada de Europa?
Y la respuesta fue que no, porque somos una cultura pluriétnica y pluricultural de donde emana una cantidad muy diversa de expresiones artísticas equiparables y ésa es una de las ideas que más nos ha interesado en esta exhibición”, precisó.
Pese a todo, Coronel reconoció que cuando integró la muestra no tenía claro cómo lograr la cohesión entre ambas artistas hasta que siguió el hilo de los temas que les dieron forma a los núcleos temáticos: El vínculo con ofrenda, De lo utilitario a lo escultórico, La naturaleza muerta, La mística y Un país rural, lo cual no dejó lugar a dudas de que ambas producciones son obras maestras”.
Coronel Rivera explicó que Nelson Rockefeller “fue el primero que dijo que estamos frente a una de las grandes escultoras del siglo XX, pero fíjense cuántos años hemos tardado en retomar todas estas ideas y a ponerlas en conjunto para que se entienda que estamos frente a una gran escultora y una gran pintora no nacidas bajo la idea eurocéntrica”, concluyó.
Finalmente, Luis García Blanco, hijo de la escultora, destacó que él y su familia han continuado con el legado artístico de su madre. “Lo que hacemos es seguir innovando; en esta exposición lo que faltaría son piezas que ella trabajó en barro rojo y en las vestimentas de los músicos, que están en otras colecciones.
Y reveló que Fonart ha dejado de comprar piezas de Teodora Blanco y de su familia. “El Fonart ya no nos compra, trabajamos diario en casa y tratamos de venderla en otro lugar y seguimos viviendo”, explicó.